No hay mal que por bien no venga

fish taco de Jax
Los refranes nunca se equivocan. Como prueba, os cuento que cuando se canceló el vuelo Nueva York-Madrid que tenía que coger hace unos días, acabé en cambio pasando una mañana estupenda en la playa de Long Beach, en Long Island. Lo que en principio iba camino de ser todo un desastre (retraso de vuelo, overbooking, cancelación, caos en el aeropuerto…) mejoró bastante cuando la compañía aérea nos alojó en un hotel en primera línea de playa en Long Island, a las afueras de la ciudad de Nueva York, y nos dio billete para un vuelo a Madrid el día siguiente. Y claro, ¿qué hacen un par de gourmets abandonados a su suerte en terra incognita? Obviamente, decidimos irnos a pasear y ver qué se podía comer por allí. La excursión no nos fue nada mal. Para desayunar, nos tomamos un buen café espresso en un Starbucks cercano (que aunque no tenía nada de especial, nos espabiló bastante) y luego probamos algo muy típico de Nueva York, los famosos bagels. Siguiendo una recomendación, dimos con Life´s a bagel,  una pastelería especializada en este tipo de panes originarios de la comunidad judía neoyorquina.

Para los que no sepáis lo que es un bagel, os cuento: es un tipo de bollo de pan con forma redondeada y que tiene un agujero en el centro. La masa del pan puede llevar desde semillas de sésamo (mi favorito) a queso derretido, pasas y canela, ajo, cebolla, semillas de girasol o de amapola, hierbas aromáticas y otras mil cosas. Por supuesto, como es pan, se hacen con ello unos sándwiches muy ricos, según el gusto de cada uno. Para desayunar, lo típico es comerlo untado de queso cremoso tipo Philadelphia. Los bagels de Life´s a bagel estaban recién hechos y crujientitos… buenísimos. Aquí tenéis varios tipos: 
foto: http://juegodelmundo.files.wordpress.com/2011/01/bagels.jpg

Al desayuno siguió un buen paseo por la espléndida –y larguísima- playa. En el paseo había ciclistas y paseantes disfrutando de una radiante mañana de sábado.



Como aún nos quedaban varias horas antes de tener que coger el avión, seguimos paseando y curioseando, hasta que dimos con un lugar muy especial. Jax Tacos and Dogs puede pasar fácilmente desapercibido debido a su pequeño tamaño, pero no hay que perdérselo. En realidad, está unido a otro local bastante conocido, Sugo Café, un restaurante italiano recomendado por el mismísimo New York Times



Jax Tacos and Dogs comparte cocina con Sugo, ya que es la última aventura culinaria de su chef y propietario. Tiene sólo un par de mesitas en la acera y la comida se sirve a través de una ventana desde la que el chef Alan Adams sirve unos tacos deliciosos con ingredientes de primera. Nosotros probamos el fish taco o taco de pescado, aderezado con salsa de guacamole y salsa rosa, ambas muy suaves, y el jerk chicken taco, que llevaba pollo marinado en una salsa ligeramente picante tipo jamaicano. ¡Los dos estaban buenísimos!

jerk chicken taco
Charlando con Alan nos enteramos de que el local apenas llevaba unos días abierto, y que su dueño tiene tantas buenas ideas como entusiasmo en la cocina, además de usar ingredientes de calidad y echarle mucha imaginación. Su idea es crear platos para picar que sean diferentes, sabrosos y con un toque de sofisticación. Nos dio a probar unas verduras en tempura con una salsa ponzu (elaborada con vinagre de arroz, vino de arroz, salsa de soja, bonito y algas) que estaban de campeonato. 

verduras tempura con salsa ponzu
Nos contó que tenía en preparación unas salchichas de carne de pato con salsa y verduras en tempura, y que los jueves quería implantar la noche “taco-tini”, en la que ofrecerá por un módico precio un Martini y un taco.


Ni que decir tiene que nos dio pena tener que irnos al aeropuerto y perdernos todas las cosas ricas con las que Alan nos puso los dientes largos… Así que ya lo sabéis: si vais a Long Beach, buscad este sitio y tomaos un Martini acompañado de un buen taco a mi salud.

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