Bocados exóticos, causas solidarias

Una de las mejores maneras de disfrutar del verano es asistir a alguno de los muchos festivales que se celebran durante la época estival aprovechando el buen tiempo y las largas horas de luz. En estos festivales la comida suele jugar un papel fundamental, tanto para atraer visitantes como para darle un carácter propio a la celebración. Desde Oktoberfest a Italianfest o Greekfest, cada festival se especializa en un tipo de comida concreto, lo que se combina con música, bailes o artesanía para crear toda una experiencia cultural. En el post de hoy os cuento mi visita al Asian Foodfest, un festival organizado en Cincinnati por la comunidad asiática en el que pueden probarse manjares de lugares tan variados como China, Corea, Filipinas, Tailandia, Nepal y Vietnam. El ambiente del festival es de lo más agradable y la comida es absolutamente DELICIOSA, aparte de muy exótica. Hay también actuaciones musicales y de baile, juegos, y varios puestos de artesanía.




Pero tan bueno como la comida en sí es el propósito que anima el festival. Los fondos recaudados se entregan íntegramente a varias organizaciones benéficas con proyectos en Vietnam, Cambodia y otras partes de Asia. Organizaciones como Care2Share usan el dinero para construir escuelas, alimentar a niños en regiones pobres, abrir clínicas para la población de zonas rurales y apoyar proyectos agrícolas, por ejemplo. Otras, como Heartfelt TidBits, ayudan a los inmigrantes asiáticos llegados a Cincinnati a encontrar trabajo e integrarse a la vida en los Estados Unidos. El entusiasmo de todos los que organizan Asian FoodFest es contagioso, y a juzgar por la cantidad de gente que había allí pasándolo bien, la idea es todo un éxito.




¿Y qué se puede comer? ...  Aquí van mis recomendaciones

- Rollos tipo lumpia, una especialidad filipina riquísima. Crujientes y rellenos de carne, acompañados de una salsa agridulce. 




- Rollos primavera al estilo vietnamita, muy frescos. Están rellenos de gambas, fideos tipo vermicelli, verduras y menta. Se comen fríos acompañados de una salsa de cacahuete maravillosa. Buenísimos de verdad, y muy ligeros.



- Gambas en nido de boniato (sweet potato). Una combinación de sabores estupenda, la de la dulzura del boniato con el sabor de las gambas que están “sepultadas” dentro. ¡Mmmm! 



- Momos, una especie de pastelitos nepalíes rellenos de carne de ternera con especias. Acompañados de una salsa sabrosísima cuyos ingredientes no puedo describir... sólo sé que fue uno de los bocados más memorables de la tarde.  



- Y finalmente, para los más aventureros, podéis probar el famoso balut, que no es otra cosa que un huevo de pato cocido, pero con el embrión del ave dentro (sí, ya sé que suena fatal, pero es la verdad. Con las cosas de comer no se miente.) Según los entendidos, el huevo debe tener unos 18 días desde la puesta para estar en su punto. Se cuece en agua hirviendo, y se come igual que un huevo de gallina, sacando el contenido con una cucharilla. Se suele aderezar con sal, pimienta y zumo de lima. Mi amigo Cue de Kajun Crawfish me lo recomendó y en el puesto de Pho Lang Thang me lo sirvieron con mucho entusiasmo. Sinceramente, me encantó. El huevo estaba sabrosísimo, pero además tenía un sabor añadido que recuerda a un buen foie o paté de pato. No me sorprende en absoluto que sea tan apreciado en los países donde es típico. 


Y hasta aquí mis aventuras gastronómicas de esta semana. ¿Alguien quiere recomendarme otro plato exótico? ¿Qué más debería probar? ¿Conocéis algún festival parecido a este que queráis recomendar en el blog?



Comentarios

Begoña ha dicho que…
Me quedo con los nidos de boniato y gambas pero te dejo para ti toooodos los huevos de pato esos, madre mía!! QUé impresión!
Maria Paz ha dicho que…
Jaja, querida Begoña, no es para tanto, de verdad que estaba bueno...

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