Cervezas y risas
No sé si habéis observado que los chistes tienen más gracia cuando se ha bebido uno un par de cervezas. Así que, aprovechando que a la gente le apetece tanto beber como reírse, ha surgido un festival llamado Brew Ha Ha, que se celebra en varias ciudades de los Estados Unidos. Esta celebración ofrece la oportunidad de degustar más de un centenar de cervezas distintas en un evento animado por toda una legión de humoristas – o comedians, como se les llama aquí-.
En el Brew Ha Ha, la entrada al recinto es gratuita, aunque hay que pagar $5 por una pulserita que indica que tiene uno la edad legal para beber (21 añitos, que quién los pillara a estas alturas...). Los tickets para adquirir la bebida valen $1, y con ellos se puede comprar una cerveza tamaño degustación, o combinar varios tickets para comprar una cerveza grande. Personalmente, prefiero el tamaño degustación porque permite probar muchos tipos distintos.
Con 120 cervezas, podéis imaginar lo difícil que es elegir, pero el programa del festival da una lista detallada con una descripción de cada cerveza, y así puede uno orientarse un poco y decidir qué le interesa probar. Lo mejor es que la mayoría de estas cervezas provienen de microbreweries (pequeñas cervecerías artesanales), con lo cual cada una tiene su sabor y personalidad propias, según los ingredientes y la manera de elaboración empleados.
En Cincinnati, el Cincy Brew Ha Ha se viene celebrando desde hace 5 años. En su última edición, los pasados 25 y 26 de agosto, los asistentes pudimos degustar la friolera de 120 cervezas distintas, mientras los 50 humoristas invitados iban desfilando por los 6 escenarios dispuestos en el recinto de Sawyer Point, en las orillas del río Ohio, para dar sus monólogos. Entre los artistas invitados se encontraban tanto nombres famosos como humoristas locales que intentan hacerse hueco en el mundo de la comedia.
En el Brew Ha Ha, la entrada al recinto es gratuita, aunque hay que pagar $5 por una pulserita que indica que tiene uno la edad legal para beber (21 añitos, que quién los pillara a estas alturas...). Los tickets para adquirir la bebida valen $1, y con ellos se puede comprar una cerveza tamaño degustación, o combinar varios tickets para comprar una cerveza grande. Personalmente, prefiero el tamaño degustación porque permite probar muchos tipos distintos.
Con 120 cervezas, podéis imaginar lo difícil que es elegir, pero el programa del festival da una lista detallada con una descripción de cada cerveza, y así puede uno orientarse un poco y decidir qué le interesa probar. Lo mejor es que la mayoría de estas cervezas provienen de microbreweries (pequeñas cervecerías artesanales), con lo cual cada una tiene su sabor y personalidad propias, según los ingredientes y la manera de elaboración empleados.
¿Mis favoritas? Reconozco que siento debilidad por las hefeweizen (cervezas hechas con trigo en lugar de malta), y también me gustan mucho las que tienen sabores afrutados. Me encantaron la Purple Haze, una hefewizen a la que añaden un toque de frambuesa, y la Pyramid Apricot Ale, con sabor a melocotón. La Raspberry Ale de la cervecería Dark Horse también contiene frambuesa y no estaba nada mal. Otra de mis preferidas fue la deliciosa Pere Jacques de la cervecería Goose Island, una cerveza estilo belga con mucha personalidad, que me recordó un poco a la Duvel. Otra birra ya clásica por aquí, la Kentucky Bourbon Barrel Ale -de la que ya os he hablado en otra ocasión- tiene un sabor y un aroma fantásticos y es siempre una apuesta segura. Ni que decir tiene que entre tanta cerveza había sabores para todos los gustos.
Por mi parte, después de catar tantas maravillas, los monólogos que escuché me hicieron bastante gracia, la verdad...
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