Huertas urbanas: la semilla entre el asfalto

Para mi sorpresa y regocijo, al pasar el otro día por una zona del downtown de Cincinnati que antes estaba ocupada por edificios abandonados, vi que varios edificios habían sido demolidos para dar paso a un magnífico jardín de verduras y hortalizas (en la fo
to). Mientras hacía fotos, pasó por allí el dueño del solar, Gale Smith, un millonario filántropo que me habló de su fundación y que me contó que alquilaba el solar a la ciudad de Cincinnati por el precio simbólico de un dólar al año, con la condición de que se usara como huerto. Lo más interesante de esta reutilización del espacio urbano, además de servir para embellecer una parte deprimida de la ciudad, es que forma parte de un programa que da empleo a jóvenes que quieren aprender el oficio, y que venderán luego los productos obtenidos en Findlay Market, un mercado local (en la foto). Servidora los ha probado, y doy fe de que saben estupendamente, seguramente por el buen karma que los rodea. Otros programas similares están surgiendo en todo el país, desde escuelas a organizacion
es de vecinos, pasando incluso por los centros penitenciarios. Por ejemplo, los productos cultivados por los internos de la prisión de Cincinnati se donan a una ONG llamada Meals on wheels, que distribuye comidas gratuitas a ancianos y enfermos. Otro ejemplo: la universidad de Minnesota ha creado en el campus un edible garden o "jardín comestible", y su responsable se encarga de mantener también un blog en el que detalla el progreso del huerto a lo largo del año.


Lo mejor de este renacimiento del cultivo a pequeña escala es que le hace a uno más consciente de la importancia de cuidar el entorno, sobre todo si nuestro sustento depende de ello. Pero además, después de probar estos productos tan frescos y acostumbrarse a su sabor, uno se convierte a la causa, y ya no hay vuelta atrás a la sosísima comida de las grandes superficies y sus cámaras frigoríficas.
Comentarios
Abrazos
La oveja más parlanchina
sí, para ser agricultor hay que saber lo que se hace. Yo también tengo mi historia de fracasos plantando alcachofas que nunca fueron y calabacines que resultaron ser más bien sosos. !No es fácil! En fin, espero que al menos aprovecharas las guindillas para hacer una buena salsa picante. !Besos y gracias por pasar por aquí!
un beso de tu hermana alcarreña
ya sabía yo que te interesaría el tema, tú que estás hecha toda una experta. Tienes razón,la única comida-medicina es la comida sana y poco procesada. Besos.
El sabor de las frutas y verduras cultivadas como describes no tiene comparación, aunque a cambio nos tengamos que repartir la cosecha con los bichillos. A mas de uno lo he descabezado de un bocado comiendo las cosechas de mi padre...¡Un beso!
Un beso grande! :)